La La Land, 2016
¡Quiero mi Oscar!
Damien Chazelle es un joven director muy inteligente, y digo
inteligente porque ha hecho "La La Land" por y para llevarse el Oscar
o eso es lo que parece.
Coger un musical de los años 50 y actualizarlo con un guión
sencillo, sin grandes giros, ni grandes piruetas, pero que lucha contra el
tópico. Cosa que es de agradecer.
Ahora bien, Chazelle es también buen director y se nota que
tiene un pasado dedicado a la música, lo que le confiere un gran ritmo a todo
lo que hace y lo demuestra con el tono y estilo en cada película.
En esta juega magníficamente bien con la luz, los colores
con una excelente fototografía, el montaje y la puesta en escena, para crear un
musical positivo, amable y también inofensivo.
Si bajamos más, podemos descubrir una crítica a la crisis de
Hollywood y a la imposibilidad de caras nuevas por entrar en el mundo. Así es,
Chazelle da un tirón de orejas a aquellos para los que ha hecho la película, lo
peor de todo es que tiene razón.
Sus dos aliados son Ryan Gosling que lucha con uñas y
dientes para no hacer el papel de chico duro que conoce a chica blanda y que
compone un personaje nostálgico, conservador y un tanto mitómano, pero que te
acaba cayendo bien.
Y Emma Stone que lucha por no hacer de la típica chica
blanda que se enamora del tipo duro y que interpreta a una joven actriz a la
que, paradójicamente, no le va demasiado bien, a pesar de su positivismo y
entusiasmo, y que es inevitable identificarse con ella.
La relación entre ellos chirría porque se zambulle en un
romanticismo lleno de tópicos y da la sensación de haber sido visto antes.
Con todo ello, La La Land es una simpática película,
positiva y colorista, llena de buenas intenciones, que sin ser perfecta, si
logra una gran sensación de buen rollo.
Y además, muy probablemente, arrase en los Oscar.
8/10
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