Silencio, 2016
Brutalmente sobrecogedora.
La película debe tener las imágenes mas profundas y
tranquilas de esta última década.
El filme trata de unos misioneros que emprenden, en un Japón feudal y
totalmente hostil a la religión católica, la búsqueda de un compañero que no
saben si sigue vivo o está muerto.
Sí, esta sería la sinopsis más vaga y amplia que se podría del filme, ya que tiene muchísimos matices y todos ellos dados por su autor, Martin Scorsese.
Scorsese (La invención
de Hugo, 2011) nos enseña una historia a través de unos ojos muy ambiguos
durante toda la narración. Bien podría ser un canto a los misioneros pobres que perdieron la vida intentando únicamente profesar su fe en paz…, o cómo la
religión nos puede llevar a hacer auténticas locuras sin necesidad, sin ningún
motivo, simplemente por nuestro orgullo.
Es verdad que nos muestra de una manera brutal y completamente explicita cómo
los Japonés tienen mucho ingenio para torturar a los clérigos, pero también nos
explica que aunque nosotros, los europeos (la cultura occidental), nos creamos el
ombligo del mundo, el planeta es muy grande y que tenemos que respetar todas
las fes, creencias y religiones del mundo, no llegar a un sitio y simplemente
imponer nuestro estilo de vida, nuestra cultura y, por lo tanto, nuestro Dios.
La narración no es rápida ni fácil de asimilar. Es un drama lento y tenue.
Hace que sigamos todo el recorrido espiritual pausado y sin prisa, eso lo hacen nuestros protagonistas. Puede quedarse demasiado engorroso en algún caso,
pero para mí no pasaron tres horas de película, me pareció brutal.
Me gustaría destacar que Martin no escatima en nada en este filme, nos muestra
todo, y cuando digo todo es todo. Juega con nosotros, nos creemos que,
simplemente, nos va a soltar una verborrea más, pero no, ahí tiene el plano para
que digas: "¡Oh, my God!".
El guión, del propio Martin y de un colaborador suyo Jay
Cocks (Gangs of New York, 2002 ) no se pierde, ni intenta ser
demasiado elaborado. Es verdad que al final del todo se pierde un poco en el
sentido que no sabes al final quién te ha contado la historia, si sus
protagonistas o un señor que los conoció en sus días finales o, todo es un
bulo, como empieza la historia.
Sí que es cierto que la presentación de los personajes y de su evolución está
muy marcada psicológicamente, todo tiene un por qué y, aunque parezca
repetitivo, no es así, todo sigue avanzando hacia un final que nunca sabes si
es inevitable o no, porque la fe siempre puede jugarte una mala pasada.
En cuestión de actores, el protagonista absoluto, el que
vemos sufrir, el que vemos evolucionar sin mirar atrás, es Andrew Garfield (La red social, 2010); se corona como
actor dramático dejando atrás su pasado por Marvel, donde parecía que había
perdido su esperanza de ser un actor respetado. Adam Driver y Liam Neelson, son
compañeros de Garfield en este periplo, uno con mayor presencia que otro, pero
en general no realizan una labor icónica. Son correctos y cuando les toca
acompañar a su compañero en el plano se saben mantener en su sitio. También es
verdad que un peso importante lo tienen los compañeros Japoneses del filme, Issei
Ogata, Tadanobu Asano, Shin'ya Tsukamoto y Ryô Kase (entre otros) nos otorgan
unas actuaciones dignas del mismísimo Akira Kurosawa.
Aunque hay que frenarse para ver la fotografía de Rodrigo
Prieto, son pinturas, son fotografías, son arte todas las secuencias; aunque no
ocurra nada todo esta lleno de tensión dramática, los colores, la forma en que
nos enseñan los paisajes… Una foto muy clásica de películas asiáticas, pero
tremendamente duras a simplemente vista, como las imágenes con niebla o humo. Es
increíble.
Simplemente recomendar que el filme no es que sea un filme
tremendo o de los mejores de Martin Scorsese, pero es un filme humano que
intenta arrojar luz sobre los prejuicios, los cuales pueden nublarnos la vista
y no dejarnos ver más allá.
Puntuación: 7/10
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