Stranger Things. Temporada 2, 2017
La consolidación de una gran serie.
Hemos vuelto más fuertes que nunca. La serie ha seguido la
consigna de las películas de los ’80 con las secuelas, la cual es: Si funciona
la fórmula la vuelvo hacer; pero con más efectos, más acción y más oscura.
Esta segunda temporada continúa un año después de dónde
acabó su primera temporada y nos oferta, de nuevo, una nueva remesa de
argumentos diferentes que lucha por un objetivo común, devolver a la normalidad
el (su) pueblo, Hawkins.
Los hermanos Duffer, muy bien acompañados, ya que
solamente dirigen y escriben los dos últimos episodios, han consolidado la
serie revolución de Netflix. No solo por saber reavivar esos sentimientos
ochenteros que se guardan en el fondo de todos los nostálgicos o melómanos de
aquella época dorada del cine, sino que saben jugar con los esperados y
deseados guiños para generar nuevos elementos y/o adaptar los elementos que se
usan a la narración que sucede.
No es la primera vez que lo digo en este blog y, no me importa repetirme, esta
serie es uno de los ejemplos de cómo mezclar guiños, homenajes, etc., de otras
películas con una nueva narración y adaptarlos para que se muestren y se
utilicen de manera lógica con lo que vemos.
El guión, para mí, es más flojo que el de la primera. Es
verdad que los giros de guión son los correctos y son asumibles, y como en su
anterior temporada, rompe bastantes tópicos de películas y series ochenteras,
poniéndolos más "normales" y modernos. Aunque, en las secuelas siempre hay un
aunque, es verdad que la serie es bastante "continuista" en el estilo de guión, sí
que se ve una cierta evolución en la forma de narrar y en los efectos (es de
cajón esta temporada ha tenido más presupuesto que la anterior y eso ha hecho que pierda su minimalismo), pero en el
guión se ha mantenido una línea de escritura muy extraña. Nos
han presentado y cerrado tramas argumentales, han sabido continuar la serie
donde acabó sin que nos volviéramos locos, pero han tenido una tendencia
encabezada a tener una tercera temporada sí o sí, es decir, nos han presentado
unos personajes, bastante interesantes, con una línea argumental muy curiosa y no la han explorado, porque era a modo presentación de cara a una tercera
temporada. Es cierto que no queda extraño y que el
episodio (sí estoy hablando del episodio 7) puede parecer raro, pero nos vale
para que Once asuma qué papel quiere en el mundo y cuál no.
Por parte del elenco actoral. Aquí los Duffer tampoco son
tontos. Han introducido dos personajes nuevos, dos personajes muy tópicos, pero
que habían faltado en la anterior temporada. Hablo de los hermanastros Max y
Billy o más concretamente de Sadie Sink y Dacre Montgomery. Ambos juntos como
hermanastros que se odian funcionan y, por separado, cada uno con sus colegas
de imagen son soberbios, Sadie como la nueva amiga que le gustan los chicos
raritos y tiene un trío bastante curioso con los chicos. Dacre, como el nuevo
chico guay que aún no sabe cómo funcionan las cosas en Hawkins. Me paro un
segundo y hablo de esa secuencia extraña, pero bastante curiosa y graciosa que
tiene Dacre con la madre de Mike, concretamente Cara Buono; es una secuencia
tonta y absurda, pero es muy curiosa y está muy bien narrada y mostrada en
pantalla.
El resto, repiten todos los importantes y ahondamos mucho más en sus
personajes, profundizando y haciendo que nos encariñemos más con ellos. Winona
Ryder (Joyce), como esa madre loca y obsesiva que no piensa que nada se le
escapa de las manos. David Harbour (Hopper), el gran salvador que pretende
llevar razón y tener un salvoconducto para su pequeña favorita. Millie Bobby
Brown (Once), que parecía que en la anterior temporada ya había sufrido
bastante, aquí se hace más fuerte, más luchadora y descubre cuál es su papel y,
además, quiere ese papel. Finn Wolfhard (Mike), que te puede parecer un
perfecto capullo, pero está enamorada y no quiere que nadie salga herido por su
culpa. El genial Gaten Matarazzo (Dustin), que incluso con dientes sigue siendo
el mejor personaje. Caleb McLaughlin (Lucas) como el protector del reino y
guardián de los buenos modales y, por último, de la pandilla de pequeños, Noah
Schnapp (Will), al que le pasa de todo y sobre vive al ser un valiente y un
cabezota. El trío de mayores, Natalia Dyer (Nancy), Charlie Heaton (Jonathan) y
Joe Jeery (Steve) forman de nuevo ese trío entrañable que en un principio acabó
como acabó y aquí acaba como debía acabar desde siempre.
Un buen reparto dónde Sean Austin, hace una aportación asombrosa, tanto con su
personaje como en su interpretación y que genera en sí mismo el mejor guiño a
los ’80.
Un gran elemento, el cual han conseguido en ambas temporadas
es la ambientación de la serie. Milimétricamente calculada la fecha en que se
basa la serie, para poder realizar tanto guiños a videojuegos, películas ya
estrenadas, música (LA música) e incluso el día a día de EE.UU. y el mundo en
el '84. La música es incontestable. Era difícil superar a la temporada 1 y no han
tenido que superable, simplemente han mantenido el listón y es el gran punto
que hace que estés hay dentro. Fantásticamente increíble.
¿Cómo no detenerme a revisar los guiños de la serie? Tiene
elementos desde Encuentros en la tercera fase, Terminator, Aliens y un largo
etcétera y, lo mejor, juguetes, anuncios, videojuegos
clásicos de la época que incluso aún hoy día seguimos jugando con ellos.
A mí lo que más me ha sorprendido es que nadie haya pegado el grito al cielo
al ver un guiño tan claro y tan tajante a Spielberg y su Jurassic Park (del año
’93), que me encanta, simplemente quería dejar claro que se van ampliando
los guiños a otras épocas, aunque siendo Spielberg, siempre se perdona todo.
En definitiva, esta serie se consolida con esta segunda
temporada. Se podrá decir que todos sus episodios dejan un cliffhanger, cosa
cierta, pero al tener la temporada entera disponible puedes seguirla sin
desesperarte y disfrutar de la temporada completa como una película.
Puntuación: 8/10
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