Truman, 2015
Sobrecogedoramente humana.
Una película en la que simplemente quedarse con la historia de un hombre que desea dejar a su amado perro con la mejor familia posible es…, quedarse simplemente con la guinda del pastel.La película trata de la amistad, de la vida, de los caminos que escogemos, del amor, de la muerte. Es maravilloso como un simple reencuentro de dos amigos, en plena madurez de sus vidas, puede trascender tanto y abarcar tanto sin que te des cuenta.
Cesc Gay (Una pistola en cada mano, 2012) nos deleita con una historia humana, pero más que humana es una historia universal. Como dos amigos de toda la vida, tomaron decisiones en sus vidas que les separaron, aunque, una simple llamada, un simple abrazo, un apretón de manos, sirve como perdón; en esas miradas se puede mascar una amistad eterna, algo que nada ni nadie podrá destrozar.
Y eso lo crea él, con un buena colocación de la cámara, una preciosa puesta de escena, esos elementos narradores son competencia del señor director, el cual nos abruma con lo acertado que está en el filme.
No nos aburre, simplemente utiliza de nexo de unión de la historia el deseo del protagonista de dejar a su perro (a su otro hijo) en buenas manos y, ese camino, nos conduce a través del recuerdo de su infancia, a través de la familia, de su madurez, de los hijos, es decir, de la vida más terrenal, más simple, a la que todos aspiramos y que a veces olvidamos para dedicarnos a otros placeres, pero que los momentos decisivos está ahí y siempre estará aunque no lo creamos.
Y, de esos, elementos se nutre el guión, redacto con maestría por Cesc Gay y su amigo Tomás Aragay (Ficció, 2006). Un guión muy inteligente que narra sin contar nada evidente, simplemente avanza y tú solito te vas dando cuenta de lo que está ocurriendo, porque, es verdad, nadie utiliza las palabras claves, pero el momento creado, el propio desarrollo de la escena es tan inteligente que únicamente con una frase que se podría menospreciar en este filme adquiere un protagonismo que no siempre se consigue.
Algo digno de admirar. Además, que la película tiene una reflexión brutal sobre la eutanasia, el poder de decidir de estoy cansado y simplemente quiero que esta enfermedad acabe conmigo de la forma más indolora es profundamente dramática y el no aceptar ese elemento del filme es no ser lo suficientemente maduro para comprenderla, ya que, gracias a la comprensión de la muerte el filme se convierte en un canto ese canto a la vida, en ese justo momento de saber valorar lo que uno tiene, tuvo y tendrá.
El elenco elegido para llevar a cabo tal historia es sencillamente cautivador. Desde la prima, interpretada por Dolores Fonzi (El crítico, 2013) que sirve como elemento racional de la película.
El amigo, que nos deja obnubilados a todos Javier Cámara (La vida inesperada, 2014) es sobre cogedor su personaje, simplemente llega para terminar de ordenar y su interpretación es pausada, llena de vida y sabiduría, pero se deja llevar por las circunstancias porque, en el fondo, sigue siendo humano. Aunque, el gran triunfador y el que nos deleita con una actuación que es sobresaliente y no porque se haga notar mucho en la película, es Ricardo Darín (Relatos Salvajes, 2014) Él es el protagonista porque de él trata el relato, pero conduce ese peso de una forma tenue, con discreción que te aferra más el alma, ya que, él tiene asumido su destino y lo sabe y, simplemente, quiere llevarnos a un lugar donde estemos todos mejor.
En definitiva, no es una película con una factura técnica impecable, ni con una técnica deslumbrante, ni unas localizaciones sorprendentes…, simplemente es una película humada que narra una historia humana y, los elementos cinematográficos al alcance del equipo se utilizan para contarla, no requiere de movimientos de cámara soberbios ni nada por el estilo, eso aquí hubiera deslucido el filme.
Puntuación: 8/10
Puedes encontrar la película para disfrutarla en casa aquí:
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