Ágora

Ágora, 2009

Qué obra más menospreciada. Qué pena...

Estamos ante un filme de una calidad muy notable. La calidad de imagen, la escenografía, la ambientación (por lo que he leído, muy bien documentada), los efectos visuales, una planificación de planos muy bien medida; maravilloso. Hay un plano que es tremendo, cuando se está ya en plena revuelta comienza un travelling, después gira sobre sí mismo y queda bocabajo, lo que da la impresión de que el mundo "se ha vuelto del revés" (poesía pura).
Un deleite técnico, representado por el señor Amenábar, que le encantan estas cosas.

Por otro lado, la historia es profunda, nos quiere vender que la razón y la lógica debería ser siempre, en cualquier lugar del mundo, en cualquier tiempo la única religión verdadera… No es así, el filme nos muestra como un fanatismo religioso (de la clase que sea) puede llevar a la destrucción o a la locura de todo un pueblo. Podría dar la sensación de que deja una imagen nefasta y que ataca deliberadamente al cristianismo, pero durante toda la primera parte ataca a otras religiones ya extinguidas (y claro al estar extinguidas nadie se queja).
La película intenta también que, recordemos, el cristianismo llegó a ser como el islamismo (que a veces se nos olvida).

Alejandro Amenábar (Tesis, 1996) actualmente uno de los mejores realizadores/directores del panorama español (en ese top estarían junto a él Bayona, Almodóvar y Sánchez-Arévalo) consigue transmitir un montón de cosas, ya sean emociones o ideas, en un par de horas. Es verdad que va poco a poco, no tiene prisa, como debe ser en un film histórico. Ciertamente bien documentado, por lo que he podido investigar. Lo único menos real es la creación de la elipse, que no se abría hecho así en esa época, por lo demás sí que demuestra un buen trabajo de documentación y de querer contar lo rico y culto que era un pueblo y como se destruyó por el simple hecho de que era pagano.

Técnicamente Amenábar siempre es bueno, pero aquí se supera a cada plano. Los más pretenciosos son los de estoy fuera del planeta y voy hacia Alejandría, tiene sentido porque la Tierra nunca está como la solemos representar; hasta el último plano que sí que está así porque llega a significar que el mundo está ya tal y como lo conocemos, "poesía". Pero los planos exteriores, viendo los templos, la recreación del Ágora, los planos con muchedumbre, es impresionante lo conseguido. Movimientos de cámara que siempre impactan y muchas veces te dan una bofetada y no sabes dónde estás.

El guión del señor Alejandro y de su inseparable Mateo Gil (Nadie conoce a nadie, 1999) es portentoso, se debieron tirar muchas horas de documentación, pero les ha quedado una historia con muchas vertientes y ninguna se queda coja.

Un pequeño triángulo amoroso, histórico y crítico. Todo ello, con un tempo que puede resultar lento, pero es muy dinámico. Nunca dejas de aprender, una simple palabra puede cambiar el curso de la historia, y aunque los monólogos puedan ser densos, están realizados de manera pausada para que todo quede claro y bien atado.

Rachel Weisz (Constantine, 2005) es maravillosa. Menudo papelón tiene. Y lo borda hasta extremos que parece que fue ella misma quién sufrió todos estos infortunios. El reparto en general está bien conseguido pero, Rachel..., Rachel se come a todos los que salen con ella.

En definitiva tenemos un filme potente, que no entiendo cómo no se ha llevado los halagos que merece. Debe ser porque es un péplum didáctico y en este país esas cosas no nos gustan. He leído muchas críticas sobre si de ella no tenemos ningún escrito. Debo decir que, como de la gran parte de los filósofos no tenemos nada de ellos, sabemos de muchos filósofos a través de sus discípulos y eso no significa que no existieran o que su trabajo sea menos bueno. Simplemente lo quemaron. 

En fin, para la gente crédula, que no la vea; pero para la gente que le gustan las historias bien contadas, adelante.

Puntuación: 8/10

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