Cien años de perdón, 2016
Trama complicada, ejecución perfecta.
Aquí tenemos un filme que emempieza potente, al más estilo
Hollywood, una serie de personas deciden atracar un banco, lo tienen todo
listo, todo preparado, se lo han estudiado al milímetro, pero no contaban con
que lloviese.
Daniel Calparsoro (Combustión, 2013) nos dirige esta película
con sus luces y sombras, pero que en general deja un buen sabor.
Tiene un pulso firme y aunque tenga lagunas o escenas menos
fuertes o escenas muy confusas, no se detiene ni se amedrenta, porque tiene una idea clara: que al final no tengamos nada claro de
lo que ha pasado. Tiene buen ritmo, pocas veces estamos parados con la cámara, siempre (aunque
sea pequeño) hay movimiento para mantenernos despiertos (lo que resulta al final cansado), ya que las escenas con más diálogo o para
entender la trama de corrupción de política, también hay que tener los cinco
sentidos.
Sería, en cuanto a dirección, lo que menos equilibrado está, puesto que la
realización quiere ser rápida, pero hay partes del guión que requieren ser más
tranquilas y eso no está equilibrado.
Hablando del guión, lo escribe el señor Jorge
Guerricaechevarría (El niño, 2015) está muy a la orden del día.
Utiliza el atraco como excusa para hablar de la situación del país, de la más rabiosa
actualidad y de lo difícil que es siempre hacer lo correcto.
El guión cumple una máxima, la cual no es que sea difícil de
ver en otros guiones, pero que está muy bien orquestada en éste, la máxima es que
los giros de guión se vayan viendo de diferentes maneras, una vez en imagen,
con un golpe de efecto vemos como cambia la trama, y el siguiente giro de guión
será con el diálogo, algo dirá un personaje que nos cambiará la visión del
filme. Es difícil conseguirlo, pero aquí queda bastante equilibrado y se
agradecen filmes de este estilo.
Lo peor es que no tiene moraleja, estos filmes de atracos, corrupción, etc.,
suelen tener una moraleja final, aquí no. El curso de los
acontecimientos hace que los malos hagan algo malo y no hagan nada bueno, o lo
bueno que iban hacer se lo cargan de un plumazo y finalmente salen indemnes
todos (juro que no es spoiler, es una reflexión final).
Nuestros compañeros actores, la verdad que están bien
dirigidos. La pareja formada por Luis Tosar y Rodrigo De la Serna, es perfecta,
se van cambiando el rol entre ellos de “poli bueno, poli malo”, y al final no
sabes quién ha influido en quién y generan unas secuencias soberbias donde
ninguno pisa al otro. Raúl Arévalo, que tiene un papel secundario, es solvente
en sus minutos en pantalla, al igual que José Coronado.
Destacar, la fotografía, nos trae una Valencia muy dura, muy
fría, incluso cuando hay sol el filme es gris. Acostumbrados a ver la ciudad radiante, aquí nos la muestra cruda, como es el filme, algo difícil de creer y,
sobre todo, tiene que ver con el estado de ánimo después de toda la corrupción,
con la que los valencianos deberían sentirse tristes, como es la colorimetría
del filme, triste, aunque el filme es de acción... Es muy curioso.
En definitiva, es un filme solvente de acción, con unos hechos
muy de actualidad, pero sin moraleja final, sin un claro mensaje, algo que hace
que reflexiones sobre lo que de verdad nos quiere contar la película.
Puntuación: 6/10
Puedes encontrar la película para disfrutarla en casa aquí:
0 comentarios:
Publicar un comentario