El olivo, 2015
Una fábula del mundo moderno, pero con tibio resultado.
Es un relato, es un cuento, narrado con decisión,
profundidad y sin titubeos, pero que se queda flojo en algunos tramos.
Ahonda en los personajes, les vemos evolucionar en la escasa hora y media que
estamos con ellos, aunque nos sentimos francamente identificados.
El cuento que se nos muestra trata sobre una familia, una familia que intentó
despegar en los mejores años de España, donde el dinero iba y venía, pero que
actualmente atraviesa como todo hijo de vecino una crisis, ya no solo monetaria,
si no, existencial, personal…El filme tiene también un trasfondo más, que sería el de intentar ver la naturaleza como algo que no es de un solo hombre, si no, del mundo, de la historia. Que debemos respetar lo que lleva años (sobre todo lo que existe desde hace miles de años) para no perder esas raíces y saber de dónde venimos para saber a dónde vamos.
Icíar Bollaín (Te doy
mis ojos, 2003 / También la lluvia,
2010) nos sumerge en este mundo no tan alejado. Donde después de una época de
bonanza no sabemos en qué punto nos encontramos, no sabemos que hicimos, no
sabemos cuál es nuestro lugar y, tenemos (debemos) regresar al lugar donde
empezamos, para que se pueda continuar con la rueda que siempre gira. Hay gente
que lo lleva bien y otra mal, en el filme se ve quien ha conseguido que su
rueda gire aunque, bien es cierto, que la mayoría de los personajes del filme
la tienen a medio gas.
Lo mismo le sucede a la narración de Bollaín, están claras sus intenciones, da vueltas sobre lo mismo, las deja claras y, cuando tiene que ser el momento culmen, se queda trabada y no termina de rematar. No remata a sus personajes, no remata la historia. Bien es cierto, que nos conmueve con sus flashbacks bien insertados y dejándonos con el corazón en el puño cuando a nuestra "heroína" le da la vuelta la vida y…, es verdad, al final la deja donde estaba.
No es una película grandilocuente en cuanto a medios, la fotografía funciona muy bien en el campo, en las imágenes más oníricas (más reflexivas), pero el resto del filme es algo de lo más mundano.
Lo mismo le sucede a la narración de Bollaín, están claras sus intenciones, da vueltas sobre lo mismo, las deja claras y, cuando tiene que ser el momento culmen, se queda trabada y no termina de rematar. No remata a sus personajes, no remata la historia. Bien es cierto, que nos conmueve con sus flashbacks bien insertados y dejándonos con el corazón en el puño cuando a nuestra "heroína" le da la vuelta la vida y…, es verdad, al final la deja donde estaba.
No es una película grandilocuente en cuanto a medios, la fotografía funciona muy bien en el campo, en las imágenes más oníricas (más reflexivas), pero el resto del filme es algo de lo más mundano.
Pascal Gaigne (También
la lluvia, 2010 / La parte de los
ángeles, 2012), el cual ya había colaboradora anteriormente con Icíar y, es
estrecho colaboradores de Ken Loach, director de filmes británicos como "Mi nombre es Joe"; firma el guión.Os cuento esto para que medianamente veáis de dónde viene, que sabe lo que hace
o, eso pensaba yo. Ya que, estos personajes tan realmente españoles, tan
contemporáneos, les falta el punto y final (como a España ahora mismo). A lo
mejor, es una alegoría, es decir, todo el filme empieza y acaba como si no
hubiera pasado nada, me explico, la trama avanza, es explicada, comprendida,
meditada y finalizada. Pero, sus personajes, aquellos que nos han mostrado sus
vidas se vuelven a quedar como antes, unos más que otros sí, pero al final
nuestros personajes principales se quedan callados, en silencio, sin rematar el
viaje que han realizado.
Sobre todo, nuestra "heroína", a ver, lo pongo así porque está claro
que ella se comporta así porque refleja en los demás lo que a ella misma no le
gusta de ella, por eso echa broncas, grita se enfada con todo el mundo, es su
modo de protección (su muro) para que a ella misma no le hagan daño y ella no
hacérselo a los demás… Cansa, finalmente cansa, porque no avanza no hay quien
derribe ese muro, se atisba un poco, pero nada, ella es errática, no fuerte,
errática.Ese para mí, es el gran fallo del filme, no rematar a sus personajes, no darles una mínima salida, simplemente consigue su objetivo y después siguen como si nada, cuando lo importante hubiera sido conseguir el objetivo físico para poder avanzar en el mental y, para mí, no ha sido así en el filme.
El elenco, es corto, hay pocos personajes, aunque los seleccionados
son vivos ejemplos de los españoles. Anna Castillo (Promoción fantasma, 2012) nos muestra lo difícil que puede ser la
vida, los caminos a los que nos tenemos que afrontar y lo hace de forma fiable,
sus chillidos se te meten en la cabeza y realiza una interpretación correcta su
personaje. Javier Gutiérrez (El
desconocido, 2015) está bien, hay en películas dramáticas que está mejor,
aquí se le va un poco el ramalazo de cómico que lleva dentro, pero se le paran
los pies a tiempo.
El resto, de los actores, no desentonan, aunque el mejor de todos es Manuel Cucala, debutante en esto del cine (pero no en la actuación) que simplemente con una mirada nos explica todo lo sucedido, lo que piensa, lo que cree…, todo.
El resto, de los actores, no desentonan, aunque el mejor de todos es Manuel Cucala, debutante en esto del cine (pero no en la actuación) que simplemente con una mirada nos explica todo lo sucedido, lo que piensa, lo que cree…, todo.
No hay mucho más que decir del filme, está bien, está
correcto, es bueno, está bien contando, solamente le falló el no saber rematar.
Y eso, que tiene mucho simbolismo, mucho trasfondo que puede (y debe) calar en
la sociedad. Un pena que se quedará a las puertas de redondear el trabajo
señorita Bollaín.
Puntuación: 7/10
Puedes encontrar la película para disfrutarla en casa aquí:
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