La trinchera infinita, 2019
Un buen recuerdo de una mala época.
Parece que no nos vamos a librar de películas sobre el siglo XX español. Sobre todo, del período que abarca desde el 1936 hasta el 1975. El problema viene con que hay una obligación moral de recordarlo.
Digo esto, porque hoy día una película que trate sobre estos asuntos siempre viene catalogada, por un ala bastante gritona de la sociedad (y del Congreso), con sobrenombres de: <<Otra película de rojos>>, <<No dejarán descansar a los muertos>>, <<No hay que remover el pasado>> y un tedioso y cansado etc.
Todo esto podría ser razonable. Podría ser válido el dejar de hablar de una época horrible y que solamente trajo dolor y sufrimiento al pueblo español. Aunque, me temo que me tengo que repetir, moralmente no se puede. No se puede por ese ala que grita y chilla para acallar voces y relatos sobre un período de tiempo importantísimo y que aún hoy día no se ha superado, porque sigue siendo tabú en muchas cenas, porque sigue habiendo muertos en cunetas y porque sigue habiendo gente que niega la existencia de todo esto. Es por ello que se deben seguir haciendo estas películas y se deben mostrar con toda la dureza y realidad que haya en ellas.
Es por esto, que esta película es necesaria en los tiempos que corren.
De todos es sabido que hubo personas topo. Personas que estuvieron enclaustradas en sus casas esperando a que la tormenta pasase. Esa tormenta pasó y muchos de ellos salieron a la luz y simplemente quedaron en el recuerdo como: <<Esas personas que estuvieran ocultas en sus casas>>.
Bien, pues esta película les da, e incluso les devuelve, un poco de esa dignidad pérdida. Habla de todos los temas. De todos los asuntos que se debe abordar en un asunto como este y lo hace sin tapujos. Yendo directos al grano. Crudo.
El guión, está bien armado. Trata los diferentes temas, cada uno desde un ángulo distinto y en sus momentos justos. Con las palabras medidas y los movimientos precisos.
Aunque, dónde cobra todo más sentido es con la dirección. Esta película es un caso rarísimo dentro de la historia del cine, ya que la dirigen y la firman tres directores distintos Jon Garaño, Aitor Arregi, José Mari Goenaga. Hay películas que por problemas en la producción la han dirigido en diferentes momentos distintos directos (como es el caso de El mago de oz); pero este caso la han dirigido y firmado los tres. Los cuáles hacen un trabajo muy bueno, sobre todo para dar esa sensación de agobio y claustrofobia dentro del doble fondo de la pared. Utilizan ópticas y movimientos precisos que no amplían el espacio, ni generan la sensación de decorado forzada. Parece que estás realmente ahí metido. Que notas la respiración de nuestro personaje en la nuca.
La fotografía está bien conseguida. Con las luces de las velas, las antorchas, los fuegos de cocina... Se consiguen bastante efectos interesantes y una iluminación muy realista. Más allá de que estemos en un estudio. Corre a cargado por cierto de Javier Agirre Erauso, que ya hizo Handia, El cazador de dragones o Skizo (película que recomiendo), entre otras.
Por último mencionar a Antonio de la Torre y Belén Cuesta. Resplandecen ambos. Ambos son el toque final a este melodrama. No se puede hablar mal de ellos. Simplemente son geniales.
No os ocupo más espacio. Simplemente comprended que la historia que se cuenta es para entender una época.
Puntuación: 8/10
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